martes, 27 de enero de 2009

"RODANDO POR MI VIDA"


He rodado mucho. Mi vida no ha sido fácil pero ha sido mi vida. Tengo la suerte, a estos 33 años, de haber logrado conseguir mucho de los objetivos que me me propuesto.Y aun los que me quedan... Soy un chico feliz. Aunque a menudo esa felicidad se esfuma y aparece mi pasado, reclamándome, pidiéndome excusas y echándome de menos. Mi Cuba se me aparece en todos mis rincones, y con ella toda la gente que allí he dejado, toda mi adolescencia veloz por sus aceras, todas mis raíces que aun tiran muy fuerte de este árbol en el que me he convertido, con unas ramas pequeñas pero a la vez extensas, un tronco fuerte y lleno de vida.


“BIPARTITO”


Mi Cuba me acaricia mis zonas delicadas.
Delicada en sus zonas se antoja de mis días.


Javier Bravo.
barcelona, noviembre de 2008


Los primeros recuerdos que tengo de mi infancia son muy dulces a la par que entrañables. Dueño de una excelente infancia y esclavo de una correcta educación fui forjado y formado en el seno de una familia unida, moderna, que miraba en la felicidad de sus hijos. Y en este caso, yo, me inyectaba de toda manifestación de arte que me rondaba cerca y de ella me apropiaba siendo comprendido, aplaudido y apoyado.
Pero son recuerdos que ya se me tornan lejanos y que me quiero reservar porque no he venido a hablar de esta etapa de mi vida. Sino de la que vino después, cuando ya comenzaba a estudiar para ser profesor de Español y Literatura, porque un día se me metió en esta cabecita loca la ahora no ya tan excelente idea de dedicarme a la escritura. Quería ser escritor, y explicar con palabras todo lo que viajaba aceleradamente por este cuerpo de cobre y ébano: mi inclinación homosexual, mis ganas de triunfar en la vida, y lo que era más importante en aquella época: las ganas de encontrar el verdadero amor.
A los dos años de estar estudiando me percaté que ese no era el sueño que quería conseguir (ser profesor) aunque me maravillaba la idea de escribir, y más de un buen poema ya comenzaba a brotar de mi mano derecha.
Y rodaba por mi vida, lento pero aplastante, y la vida rondaba por mi.


“AUTOSUFICIENCIA”

No pretendo
que mi ángel de la guarda,
el que me anestesia el camino
sea sólo mi cómplice.
Doy permiso para que se retire.


Javier Bravo.
La Habana. 7 de julio de 1991


Ante la curiosidad de lo que provocarían mis claros y directos poemas comencé a enseñarlos a amigos y conocidos. Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos. Y el boca a boca, más otros factores como cierto talento, sencillez, ingenuidad colocaron a mi poesía en un referente para la gente que surcaba la adolescencia cubana de aquellos 90. Así realice varias lecturas de poemas en una peña literaria los miércoles del Teatro Mella. Guardo muy buenos recuerdos, guardo y resguardo muchos aplausos de esa época en mi bolsillo. Y cuando estoy necesitado de afecto me toco los bolsillos, me aplaudo, y sigo.

“TESTAMENTO DÁNDOLE VIDA A UNOS APLAUSOS”


porque no son unos aplausos como de una función cualquiera
sino las primeras respiraciones a mis andares,
los que les dieron rienda suelta a mis vocablos,
los que no han dejado verme náufrago en las letras
y no permitirán un invierno
en esta pluma inagotable
...
y creo que es demasiado
porque me siento un pobre mendigo amoldador de rosas
y soy solo un testamento consagrado al viento.


Javier Bravo
La Habana, 3 de enero de 1992



¡Bravo!
A los aplausos a mis rimas se juntaron los aplausos de teatro. Comencé a estudiar Arte Dramático en el Teatro Nacional, y descubrí, a mis apenas 18 años otra vocación que se me estaba colando y calando en mis venas tan fuertemente como la poesía. El teatro rodaba por mi vida. Y ni el miedo escénico ni la cuarta pared pudieron con esta vocación mágica que me permitía vivir otras vidas enriqueciendo mi vida, que ya comenzaba a tomar un buen ritmo. Y como soy de los que aprendo rápido, en poco tiempo ya me encontraba subido a un escenario, con un texto acomodado y condensado en mi cabeza listo para ser coloreado con palabras y hacer reflexionar, reir, llorar, amar....
Y participé en varias obras importantes hasta que la vida me sorprendió, en el año 1995, con una buena oferta. Hacer una gira por España con la última obra que estaba representando en Cuba. “CONFESIONES INCONFESABLES”. Un espectáculo basado en tres monólogos hechos por un actor: este servidor. Un duro trabajo, donde descubrí mucho más las callejuelas del teatro, donde debía permanecer fuerte y fiel a mis sueños, y del cual no quería hacer un mutis por el foro.
Y llegó el día. El día de coger el avión por primera vez; el día de ver otra tierra que no fuera la mía (mi tierra); de separarme por un tiempo de mis padres y sus abrazos que ya tengo tatuados en mi piel tatuada; de dejar en cajones mis poemas, de extender mis alas; de volar y rodar solo con el equipaje de mi juventud; de trabajar y trabajarme mi vida.
Y lo que iba a hacer un corto y productivo viaje de sólo tres meses comenzó a extenderse. Y la vida me sorprendió una vez más con la pregunta de si quería volver a mis calles o seguir probando una nueva vida llena de sorpresas, de nuevos caminos, nuevas latitudes y nuevas emociones.
Era una decisión difícil donde luchaban la melancolía y la curiosidad. Y ganó la curiosidad. Con el tiempo esa curiosidad se ha convertido en una dulce melancolía que saca a menudo sonrisas de mi boca. Una curiosidad llena de tropiezos desde los que he aprendido a levantarme, desde donde he aprendido a tener fe, a llorar con la frente muy alta.

“H.A.”
(Hipersensibilidad afectiva)

a mi madre

¿Cómo quieres que mis lágrimas no secuestren mis horas
si los años han tatuado una cerca entre nosotros?
Y me acerco a esa cerca,
y te añoro tan cerca...
¿Cómo retener todo este sentimiento
que se esconde lejano recostado a mi exilio
ahogándome hasta el aire?

¿Cómo no ser un río de nostalgia cuando escucho tu voz
cuando tu voz nostálgica es un manantial sin agua
que intenta mojarme y consolarme,
y retenerme seco detrás de tus tristezas?



Javier Bravo
barcelona, noviembre de 2008.


 
Mis primeros años en esta bendita España fueron los años típicos de un adolescente emigrante que tiene un nuevo país ante sus ojos esperando ser descubierto. Años de diversión y de sentirme arropado por los nuevos amigos que siempre estaban dispuestos a contentar a un un chico cubano, bastante agraciado, con una piel exótica donde todos deseaban viajar, en primera clase y sin billete de vuelta a cualquier paraíso terrenal. No he sido un ángel. No he sido un demonio. Solo una personita que siempre creyó el el Carpe Diem, con muchos proyectos que a veces se truncaban y creían haberme dejado tirado en el camino. Años de sonrisas y lágrimas y de mirada fija.
Y estaba dispuesto a caminar y a verme cara a cara con mis sueños, pero no era fácil llegar hasta ellos. Lo sabía. La noche me sedució, me abrió sus puertas y en ella me alojé por mucho tiempo. Era una noche confortable, divertida, desenfrenada, justo lo que necesitaba para olvidar mis penas y mis nostalgias.

Y con la noche se me olvidaron mis poemas, aunque alguna bonita carta de amor/desamor salió de mi cabeza hasta el destinatario en cuestión. Pero sólo eso, simples cartas de amor y buena terapia contra el desahogo.
Hasta que un fuerte desengaño amoroso desempolvó todas mis rimas y una noche de verano del 2006 me encontré escribiendo “Gabriel & Dresden”, una carta en forma de relato. Laboriosa, pero de la que luego me sentí liberado.


“GABRIEL & DRESDEN”

...
Gabriel también se equivoca, cual humano, pero ésta vez no quiere. Tiene un currículum plagado de desamores, y ahora tiene la certeza de que pronto encontrará a su príncipe porque lo ha visto en sueños, y él es fiel a ellos. Sueña con un chico "ideal" que le regale un baúl que contenga una pizca de magia, un trozo de ilusión, sexo, y un poco de house music. Nada avaricioso sueña con redecorar su vida. Y se conforma con una sonrisa verdadera, unos ojos brillantes, el hombro deseado donde bailar pegados en un mundo de verdad sea la gloria, aún dentro de "su mundo". Alguien que, como él, recortando el pasado pueda componer un futuro amando. Armando, a su vez, cada día el presente.
Gabriel piensa que quizás su mala suerte en los amores proviene de la noche, y puede que no se equivoque. Por eso esta vez avanza de puntillas.

Se que mi relación con la noche es el principal y no único detonante. Conozco ciertos comportamientos. Denoto en ti ciertos miedos, y han sido muchos años entre cubatas y éxtasis, entre nieves artificiales y reales, con la felicidad de la noche hasta el cuello pero sin saborear el verdadero néctar del Amor. Muchos años con la soledad como mi única religión, mi bendición, mi amiga y mi castigo.

Javier Bravo.
Barcelona, septiembre de 2006

Con Gabriel & Dresden llegaron en manada mis poemas, y recuperé ese afán mío por la poesía. Apareció mi segunda juventud y con ella llegó también una especie de madurez propia de unos 30 años vividos a un ritmo vertiginoso, desde la soledad, añorando día a día un abrazo de los míos. Rebozante de amor.
Actualmente la noche se ha alejado de mi. Y me alegro, porque estoy cada día más volcado a la poesía como mi arte, mi mejor manera de expresión y con la ilusión de vivir algún día de mis rimas, aunque sé que no es fácil. Siempre he sido un chico valiente, y ser poeta requiere valentía.
Y ahora que ya la noche no me quiere porque ahora yo quiero a mis poemas, todos se sorprenden ante la idea de que un chico bien parecido, estandarte de las fiestas de esta Barcelona que siempre me sonríe dedique su tiempo libre a contarse a si mismo cómo le va la vida, a quererse, a quejarse y a comprenderse más.
Y muchos no me entienden.


“YO SEGÚN TU”


Soy un castillo.
Una robusta fortaleza de azabache
en medio de una selva que acaricio

Solo unos pocos,
en medio de la hiedra,
embrujados por el embrujo de mi embrujo,
han encontrado la puerta ya casi imperceptible
que conlleva a mis versos,
que llega directamente hacia mi yo interior,
hacia mi blando corazón de piedra,
a unas diminutas habitaciones bastante perfumadas
donde me refugio
cuando nadie me encuentra

Soy un castillo.
Un pequeño cuerpecillo con forma de paisaje,
pintado de ladrillo,
y muy de vez en cuando, castillito de arena.

Javier Bravo
barcelona, 26 de diciembre de 2007


El gran consuelo que me invita e incita a seguir dejando que mi vida ruede, y yo con ella, es que existen en el mundo personas que me leen y a las que les arranco una lágrima, una sonrisa, unos pelos de punta. A esos que me conocen por dentro y no les interesa tanto la imagen exterior... A esas personas les debo la vida y son por las que existo,. Por eso les dedico todo mi arte y comparto con ellos todo mi amor.
Escribo porque ruedo con mi vida.
Ruedo por mi vida, por las noches, descifrando el amor.
Amo porque ruedo y escribo porque amo.


“ROMPER EL HIELO”



Romper el hielo
es decirle a tus labios
que pueden avanzar a la miel de mis labios.
Total seguridad.
Es regalarte, al menos,
después de tanta ausencia
un homenaje digno de tu sombra y de ti.
Es visualizar el viento que se esconde
de tu boca a un deseo.
Y en un par de suspiros
soplar el mismo viento.

Es decir sí al no que tenías como respuesta,
porque si no accedes
y dejas que aceleren los minutos,
seguirás siendo hielo, y el hielo se derrite.

Javier Bravo
barcelona, 26 de noviembre de 2007





barcelona, 3 de diciembre de 2008

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