lunes, 26 de enero de 2009

"EL HOMBRE DE MIS SUEÑOS"



Legaba nada más cerrar los ojos. Se colaba primero por la ventana y luego por mis pupilas hasta desembocar en mis sueños. Me asustaba con su cuerpo de gigante, enfundado en un uniforme de cuero que olía a gastado, suspensorio clavado a su cintura, y en el centro del pecho un enorme corazón de neón. Nunca le vi la cara, sólo la intuía en medio de mi sueño. Nunca supe si tenía la tez morena, los ojos color miel o una sonrisa que quitara el hipo y el sentío, porque él no me importaba. Mas bien me lo imaginaba robusto y feo, puesto que no era nada agradable el calvario que me hacía pasar cada vez que yo cerraba los ojos para, plácidamente, intentar descansar. Eran días en los que la idea de buscar a ese chico ideal no rondaba por mi cabeza. Ya estaba felizmente enchochado. Ya lo había encontrado.
Nunca fue menos placentero cerrar los ojos.El me inrceptaba en todas las esquinas, me provocaba sobresaltos, sed, miedo. Y la noche de mis sueños, que ya era oscura, se dibujaba mas oscura aun con su llegada, siempre inoportuna, celándome, atentando contra mi fase Ra y contra mis madrugadas. Desde que el apareció “el monstruo de mis sueños” no supe más en qué consistía dormir en paz, y olvidé por un largo tiempo el significado de la palabra amodorrarse.
Aparecía y se infiltraba en mi relax siempre que intentaba descansar convirtiéndose en mi mayor pesadilla. Yo era, entonces, en el ser con más insomnio del planeta. Un sueño discontinuo y desastrozo partido en varias mitades era lo que me provocaba. Y yo, un zombie perseguido por un irreal ser que aparecía cada noche o cada mediodía raptando mis sueños y ensueños, beneficiándose de ellos, jugando con ellos al gato y al ratón, con la única verdad de que este ratón no quería jugar.
Con el tiempo, cansado de esta jugarreta absurda me dejé ganar por él y dejarlo que me siguiera. Llevaba ya mucho tiempo sin dormir y esto se me estaba convirtiendo en una seria patología. Ahora me dejaba arrastrar por él, sin pensarlo, sin llamarlo. Y con mi “no llamada” llegó su ausencia. Con su ausencia comencé a echarlo de menos, a necesitarlo cerca de mis noches y, posteriormente, a enamorarme de él.
Ya no me daba miedo. Más me atemorizaba su ausencia. Y ahora era yo quien lo buscaba día y noche, por mi realidad y entre mi sueño, por mi imaginación, entre mi almohada. Y no le di descanso a esta búsqueda que ahora yo protagonizaba en silencio, roncando. Y la pasión pasó a convertirse en obsesión. La narcolepsia se había apoderado de mis horas. Y en mis horas vacías (llenadas por él) intentaba dibujarme su rostro nunca visto y ahora extrañado con ayuda de Morfeo.
¿Como sería su rostro?
Esta pregunta me rondaba constantemente por la cabeza, pero a pesar de mi............., desde mi interior intenté a amarlo por encima de todo, a entender sus llegadas repentinas (y tambien sus idas), el olor del cuero de su ahora bello uniforme, fetiche de mi desasosiego. Comenzaba a entender que si había aparecido en mis sueños era, quizás, para hacer viables todas mis fantasías.
Y le buscaba desesperadamente. Me quedaba dormido en todos los rincones, lo llamaba desconsoladamente en mi sueños y hasta lo llegué a invocarlo estúpidamente ingeriendo pastillas para dormir.
Pero mis llamadas de auxilio eran en vano. Me dejaba desnudo ante mi realidad bastante vulnerable. Ahora que más lo necesitaba. Ahora que estaba más solo que la una. Ahora que había visto en él un perfecto tándem, el amor ideal, el príncipe azul y el hombre de mis sueños. El valiente hombre de mis sueños se convirtió en cobarde, y puede que ahora esté jugando con los tuyos.
Y sigo cerrando los ojos para ver si lo encuentro.
Y cerrar los ojos se me ha convertido en el goce. El goce de mi cuerpo chapoteando en sus promesas de mentiras. El goce del deseo. De este deseo perverso que no me deja levitar en libertad, aunque si excitado. Desde que desapareció en mis sueños, duermo con la mano arropando mi miembro, temeroso, porque su llegada que puede ser en cualquier momento. Y más de una vez he manchado las sábanas. Y cuando despierto lo primero que recuerdo es su arrebatador uniforme de cuero y su enorme corazón de neón que ahora más que nunca deseo que me ilumine.
Y lo busco en mi sueño, me provoco cansancios, pateo mi undo interior, fallezco, rebusco entre las papeleras, vago por mis minutos, bostezo.
Y recuesto mi cabeza en cualquier momento vacío para llenarlo con mi sueño esperando que en mi sueño él aparezca llenándome las horas..
¿Por que no le hice caso en el pasado, cuando no paraba de acosarme y acusarme de no darle las horas de sueño que él necesitaba?
Al menos buscarlo entre mis sueños significa no buscarlo en el presente. El presente es muy duro. Con su ausencia yo aprendo a vivir cada paso de mi azarosa vida con paciencia, sabiendo que con paso lento haces un buen camino.
Deseo que aparezca y, con un beso, me despierte de este sueño donde él se me ha dibujado.
Ya llegará... tan pronto se me cierren los ojos que ya se me pegan, y me pesan..
Al menos no hay insomnio, y vivo de mis sueños.


JAVIER BRAVO
diciembre de 2008

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